De Madrid al cielo – con una ventanita para que yo pueda verlo-

El otro día encontré un libro antiguo que hablaba de Madrid y que decía en sus primeras páginas tal que esto:

“Madrid ha incorporado un baile escocés, que es el chotis; un establecimiento norteamericano que es la cafetería; una prenda oriental que es el mantón; una dinastía europea que es la Casa de Austria; un instrumento italiano que es el organillo; unos empresarios vascos que son los Otamendi; un músico salmantino que es Bretón; una palabra flamenca que es la kermesse; un novelista canario que es Pérez Galdós; una antigua villa romana que es Carabanchel; un sainetero alicantino que es Arniches; una diosa frigia que es Cibeles; un pintor aragonés que es Goya, y hasta una Infanta borbónica que es La Chata”.

“Madrid noche y día”. Rafael García Serrano.

Y tras el olimpismo, los debates, la política, los nacionalismos y las comparaciones, no puedo más que quedarme con lo que a mí me gusta de Madrid, olvidando todo lo demás.

Porque Madrid no es sólo capital, porque Madrid es historia. Desde los Austrias a los Borbones. Desde Carlos III a Enrique Tierno Galván. Porque Madrid es un bocata de calamares y una caña, es Ana Belén cantando a la Puerta de Alcalá o pongamos que Joaquín Sabina habla de Madrid. Son edificios modernistas escondidos, sí, también modernistas. Madrid son las tontas y las listas. Madrid es escenografía barroca. Madrid es Juan de Herrera, Ventura Rodriguez o Francesco Sabatini. Es la Real Academia de San Fernando y Universitas Complutensis Matritensis. Madrid son los fantasmas del Museo Reina Sofía, la majestuosidad de la Biblioteca Nacional, Las Meninas de Velázquez y “el Guernica es más grande de lo que yo pensaba”.

Madrid son las barcas del Retiro, el agobiante calor que no desciende ni cuando es de noche y el ¡Aquí no hay playa! que sigue sonando en todas las fiestas. Madrid son los teatros y la Gran Vía (de cuya alfombra en el centenario aún guardo un trozo), los cines en versión original, los conciertos (nvivo!) y las galerías de arte. Es la exclusividad de la calle Serrano, la Batalla Naval del Valle del Kas y los domingos por la mañana en el Rastro. Madrid es ruido de sirenas, de artistas callejeros y las doce campanadas de la Puerta del Sol. Madrid son los madrileños, que eres madrileño si vives en Madrid. Madrid es pasar desapercibido entre la multitud y la señora en zapatillas que se baja con la silla del camping a hablar con las amigas en el portal. Madrid es lucha, huelga y manifestaciones. Madrid es el kilómetro cero que no es nada, excepto una placa en el suelo donde los turistas se hacen muchas fotos mientras los madrileños pasan con rapidez a su lado. Madrid es El Oso y El Madroño, la Victoria Alada del edificio Metrópolis y Tío Pepe, que siempre estará en nuestros corazones.

Y Madrid es El Escorial, Aranjuez, Alcalá de Henares, Lozoya, Chinchón. Es el centro geográfico de España que está en Getafe y es “no tardo mucho” una hora de camino hacia cualquier parte.

Madrid es Madriz, Plaza de España es Plaza España y ‘le’ es ‘la’.

Madrid es la Plaza Mayor, cuya obra costó 900.000 ducados, allá en la confluencia de los caminos de Toledo y Atocha.

Madrid es el Palacio Real, que anuncia el neoclasicismo y cuya primera piedra lleva la inscripción “Para la eternidad”.

Madrid es el Museo del Prado, que se erigió como templo de la ciencia y acabó siendo cuartel de las tropas francesas de Napoleón, antes de ser como lo conocemos.

Madrid es la Fuente de Cibeles y la Fuente de Neptuno, que originariamente se miraban antes de que las pusiesen a mirar a otros lados como si estuviesen enfadadas entre ellas, como si de verdad una fuese Vikinga y otra Colchonera.

Y Madrid es más porque siempre hay cosas que descubrir.

¿Qué es para ti Madrid?